En los últimos años el cine boliviano ha logrado tener regularidad en la cantidad de películas estrenadas por año. En cierta medida, se han diversificado las propuestas de los realizadores, tanto a nivel comercial como artístico. Más allá de que la industria cinematográfica nacional es preponderantemente informal, en Bolivia se ha optado por diversas estrategias y tácticas, en las diferentes etapas del proyecto fílmico, para encarar esta realidad adversa, subvertir el orden establecido y continuar creando. El cine colaborativo, el cine guerrilla, el modelo de producción industrial hollywoodense, el cine festivalero o “art house”, el cine pensado para el streaming, entre otros, han sido algunas de las distintas alternativas que se han seguido en nuestro medio estos últimos años, con mayor o menor éxito. Aunque de manera demagógica, se suele decir que el éxito económico de una obra de arte no es importante, sabemos que para tener una industria que garantice estabilidad laboral y regularidad en la cantidad y en la calidad de la producción fílmica, se debe identificar y analizar las estrategias de preproducción, producción y posproducción.