Durante la producción de aves para la comercialización de huevos y carne e industrialización de estos se generan diferentes tipos de residuos sólidos y líquidos que deben ser tratados y dispuestos adecuadamente para evitar generar impactos ambientales negativos. Uno de estos son los excrementos que se generan en las granjas, aproximadamente 80 kg y 120 kg por 1000 pollos de engorde (pollinaza) o gallinas ponedoras (gallinaza) respectivamente, residuos ricos en materia orgánica, nitrógeno, fósforo y otros minerales.

La pollinaza/gallinaza, mediante un proceso biológico de oxidación (compostaje), se convierte en abono rico en nutrientes (compost) que contribuye a mejorar la estructura y reducir la erosión del suelo, así como también a regular la temperatura y ayudar a almacenar más humedad en este, mejorando así la fertilidad del suelo y por tanto, reduciendo el consumo de fertilizantes químicos en la producción agrícola. En este sentido, se pretende valorizar estos residuos/desechos avícolas bajo el modelo de economía circular y obtener un producto que se pueda usar en el sector agrícola, con un impacto ambiental positivo.